De piñón fijo y personalizadas hasta el último detalle, la pasión por este tipo de bicis 'tuneadas' se extiende por todo el mundo
De paseo, de carretera, bmx, de montaña, plegables. El
mercado de la bicicleta no se detiene. Lo último sobre dos ruedas son
las bicicletas fixie, aunque no son del todo nuevas ya que tienen mucha
solera. Tanto como que en el siglo XIX ya había bicicletas de piñón
fijo, principal característica de estos ciclos que se han vuelto a poner
de moda, rasgo que comparten con las que se utilizan en ciclismo en
pista.
Es difícil contabilizar el número de estas bicis que ya
circulan por nuestras calles, pero cada vez son más, de hecho, en
algunas ciudades hay clubs, foros e incluso carreras para bicicletas de
piñón fijo, como el Criteruim de Gijón o varias que se organizan en
Madrid. Llega a tal punto la fiebre por estos ciclos en estado puro que
algunas tiendas se dedican exclusivamente a personalizar o ‘customizar’
(adaptar al gusto del cliente -custom en inglés-) este tipo de
bicicletas.
Para disfrutar de una fixie ateniéndose a su filosofía lo
ideal es recuperar una vieja bici de carretera o de paseo y
configurarla, ya que el usuario fixie quiere formar parte de su
bicicleta y la estética de esta va con sus gustos y su personalidad. Y
aunque se comercializan este tipo de productos, no hay una gran demanda
ya que el ciclista fixie lo que último que desea es que alguien tenga
una bicicleta igual que la suya.
Bicicleta en esencia
Lo esencial de las fixie, cuyo nombre viene de "fixed
gears", engranaje fijo, es eso, el piñón fijo lo que significa que no
puedes dejar de pedalear. Las actuales, además se caracterizan por el
manillar corto y por carecer de todos los elementos superfluos,
incluidos los frenos, aunque este punto es opcional, ya que se puede
frenar haciendo fuerza inversa al sentido de la marcha y también andar
marcha atrás.
Después vendría la configuración. La pintura del cuadro,
llantas de perfil ancho, cubiertas estrechas y sillines de los colores
más insospechados o fluorescentes, o con estética retro son algunas de
las opciones más elegidas, aunque también las hay de tonos muy sobrios.
Todos los elementos se cuidan al detalle, incluida la cadena que puede
ser de cualquier tonalidad. El resultado, es una bicicleta ligera, que
puede alcanzar mucha velocidad en muy pocos metros, y a gusto del
consumidor.
Estas bicicletas en esencia, formadas por dos ruedas, un
manillar, un sillín, un cuadro y un desarrollo, es más que nada una
apuesta estética y una filosofía de vida basada en el reciclaje y el
aprecio al valor de los objetos. Su uso actual surge a imitación de las
que utilizaban los mensajeros de Londres, Boston o Nueva York en los
años 80 que las preferían por su fácil mantenimiento. Su implantación es
clara en grandes ciudades de Estados Unidos, y aunque al tener un solo
piñón este tipo de vehículos se adapta mejor a ciudades llanas, también es posible ver ejemplares en ciudades con grandes
desniveles como San Francisco.
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