martes, 26 de febrero de 2013

¿Nos gustan menos los coches?


Campaña publicitaria para promocionar las bicis en Nueva York.
Los coches son algo del pasado. Por lo menos la venta de automóviles. En 2012, en Europa se vendieron 12 millones de vehículos de cuatro ruedas. Tras cinco años de contracción del mercado, es la cifra más baja desde 1993. En España, el pasado año se cerró con 700.000 vehículos vendidos gracias a los planes de ayuda; otro récord a la baja. La crisis, que dificulta la compra y el mantenimiento del vehículo, los precios de la gasolina y el diesel y los problemas que genera (atascos, aparcamientos)  en ciudades cada vez menos carfriendly son algunas de las razones de este declive. Pero puede subyacer otra causa menos evidente: los coches ya no son modernos; ya no molan. Los menores de 35 años en Estados Unidos y en Europa no se sienten tan fascinados por las cuatro ruedas como la generación de sus padres.
Desde la Segunda Guerra Mundial, los coches y las casas han servido como motor de la economía estadounidense. El modelo se replicó en Europa y por extensión en todo Occidente. Pero la nueva generación -los Milennials, nacidos entre 1982 y 1995-, han perdido el interés en ambos valores, según un artículo publicado en The Atlantic. A la vez, el estatus de las cuatro ruedas ha caído notablemente y ha perdido esos valores de emancipación económica o independencia que transmitían en el siglo XX. “Es vulgar conducir enormes coches en ciudades atestadas como las nuestras y también es oneroso tener un apartamento en una zona donde no se puede aparcar”. Con esta frase, Sadia Dehlvi, columnista del diario indio Hindustan Times, resume la degradación de la imagen del coche y su caída como distintivo de poder.
Los adultos entre 21 y 34 años compraron el 27% de los coches nuevos en Estados Unidos en 2010. En 1985, representaban el 38% de las adquisiciones. Del mismo modo, el número de adolescentes que se saca el carnet en el país americano disminuyó cerca de un 30% en los últimos diez años. Algunos buscan la base de esta caída en la emergencia de un individualismo eco-consciente que prima otros medios de transporte frente a las cuatro ruedas.
Cliché del cochazo y la rubia.
Cliché del cochazo y la rubia.

El valor simbólico también tiene algo que ver con esta falta de interés por los motores. “Mientras hace tiempo el carnet de conducir se vendía como el umbral de acceso a la emancipación, ahora muchos jóvenes prefieren invertir el dinero que cuesta sacarse el carnet en una tablet o un smartphone”, cuenta Weert Canzler, que investiga sobre movilidad en el Wissenschaftszentrum Berlin. En la capital alemana cuatro de cada diez jóvenes carece de coche y no muestra interés en adquirir uno. “Las prioridades han cambiado”, concluye.
“¿Con el coche a la tienda de productos orgánicos?”, exclama un cartel publicitario en Berlín. La bicicleta está de moda y eso provoca que  mucha gente vea los pedales de otra manera y descubra su comodidad. Desde 1994, los alemanes recorren a motor menos kilómetros a la semana, según un estudio del Panel de Movilidad nacional. Prefieren pedalear y como ellos, mucha gente en diferentes capitales del mundo.
Para las compañías automovilísticas es un problema asociado a la economía. Para algunos expertos, un cambio de tendencia. “Vamos hacia un modelo intermodal, el coche no va a dominar como lo hizo hace 20 años”, sentencia Martin Kagerbauer, investigador del panel alemán. Vender coches a la Generación Y se ha vuelto muy complicado. Puede ser una consecuencia temporal de la crisis o un cambio de modelo que puede afectar a la economía global.
Graffiti que declara su odio a los coches.

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